Empezar con relatos cortos.
Ser consciente de que uno siempre trata de imitar a sus ídolos.
Estudiar a fondo a grandes escritores de cuentos como Roald Dahl o Guy de Maupassant.
Alternar las lecturas a la hora de dormir entre cuentos, poemas y ensayos de todo tipo de campos.
Alejarse de los amigos que no crean en ti.
Alejarse de los amigos que no crean en ti.
Pasar incontables horas en la biblioteca.
Obsesionarse con el cine, a poder ser el antiguo.
Escribir sólo lo que a uno le divierta.
Escribir sobre cosas que uno odia y ama.
Escribir sobre cualquier vieja historia que a uno le venga a la cabeza.
Y, pese a todo el esfuero, no planear ganar dinero con ello.
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